Midió 3 metros de largo y poseyó unos dientes en forma de sierra muy peculiares que le hubiesen permitido arrancar pedazos de carne a sus presas de una forma muy efectiva, como la mayoría de los xenacántidos; Orthacanthus tenía aletas pélvicas y caudales fusionarás en la parte posterior de su cuerpo dándole un movimiento serpenteante, sobre la base de la cabeza sobresalía un enorme espolón que probablemente contuvo veneno.Todos estos factores hacen de Orthacanthus un enemigo y presa formidables.
Vivió en la mayoría de cuerpos de agua dulce fluviales del norte de Pangea, en ellos sería un temido depredador, cazando a los más grandes anfibios como Eryops, en las primeras etapas del Carbonífero depredaría a anfibios más basales como Crassigyrinus y a libélulas gigantes que pasarían volando sobre el agua como Meganeura o Meganeuropsis (esta última de finales del Pérmico). Su papel más destacado fue durante el Pérmico inferior donde luchó con el gran Dimetrodon en disputas sobre cadáveres flotantes en los ríos. De hecho, hay pruebas de mordiscos de Dimetrodon en un pariente suyo, el Xenacanthus.
El entorno de este animal cambiaba a medida que las épocas pasaban, durante el Carbonífero compartió su hábitat con anfibios primitivos e insectos gigantes, en el Pérmico inferior pobló cada río y lago de la Biozona del bosque petrificado y de la más antigua Biozona del cañón El cobre.
Este animal desapareció por razones de aislamiento genético, durante la desaparición de los bosques de carbón. Muchos ríos y lagos se secaron y los pantanos menguaron, este echo no extinguió al animal pero redujo su número lo suficiente como para hacer un cuello de botella genético, cuando las lluvias volvieron la especie volvió a abundar pero la variedad genética ya era muy pobre y con el calentamiento a mediados del Pérmico la especie no se pudo salvar.
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